La limpieza

La limpieza de las calles se ha convertido en tema de conversación en Barcelona, incluso de comparación con otras ciudades. Si bien el principal problema de la ciudad según los barceloneses es de nuevo un clásico local, inseguridad (24,8%), en la segunda posición emerge una preocupación menos frecuente: la suciedad. Para el 15,8% de los encuestados por el consistorio era la deficiencia más grave de Barcelona.

¿Barcelona está sucia? Entidades vecinales y partidos políticos de la oposición coinciden en asegurar que la ciudad está más sucia que antes, aunque no pueda medirse con exactitud. Por el contrario, el gobierno de Barcelona se esfuerza en remarcar los grandes esfuerzos de limpieza y las virtudes del nuevo contrato para el aseo de calles y recogida de residuos. Es el mayor encargo municipal y se adjudica por periodos de diez años.

Mil explicaciones técnicas, no obstante, quedan eclipsadas por una mala experiencia a pie de calle: contenedores de basura demasiado llenos, calles que huelen a orina, comida abandonada que atrae gaviotas y ratas, rastros de turismo de borrachera, alcorques descuidados, mobiliario deteriorado… Tampoco ha ayudado a calmar los ánimos el polémico despliegue de la recogida de residuos puerta a puerta, que ha generado quejas por incivismo y violación de la intimidad.

¿Cómo revertir esta situación?
¿Reducir el número de lugares de acumulación de residuos en las calles?
¿Informar mejor a la ciudadanía sobre las problemáticas asociadas a los residuos, las buenas prácticas y los recursos disponibles?
¿Fomentar la participación ciudadana en materia de cuidado y limpieza del espacio público, especialmente para detectar y evaluar puntos negros?
¿Fortalecer la coordinación entre los agentes sociales públicos y privados del sector de la limpieza?

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